LA PASIÓN DEL FÚTBOL

A ver, ya hace mucho rato no escribo por acá (porque además acá nadie comenta y entonces me da piedra porque yo sólo escribo para que todos me adoren y las viejas se enamoren perdidamente de mí); la vaina es que este man Sebastián tiene un cuate que escribe muy bacano, pero no se anima a tener su propio blog. El hombre es hincha de Millonarios, según pude deducir gracias a mis habilidades 'Sherlockholmescas' y escribió el post que les comparto a continuación, a ver si por lo menos se anima a unirse a nuestro blog de futbolistas frustrados -aka, 'La Pasión...'-

aaaahh, el autor del post se llama Dani. (Pero no es aquel 'temible delantero' del DILTV, sino otro...)

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Colombia es fútbol. Independientemente de lo mal o bien que nos vaya, somos un país que vive del balón, de los jugadores, de los técnicos, de los directivos y, afortunada o desafortunadamente (ustedes deciden eso), de periodistas deportivos. Los tipos o clases de analistas futboleros es muy variada, pero para evitar que este artículo sea más inútil de lo que es, sencillamente voy a dividirlos en tres: los ecuánimes, los ¡Dios mío, perdónalos porque no saben lo que dicen! y Óscar Rentería Jiménez.

En el primer grupo entran personas como Hernán Peláez, un tipo que se nota que lee de vez en cuando, que cada vez que habla se nota que pensó lo que quería expresar, un tipo claro y conciso que habla sin tecnicismos y, que aparte de dedicarse al fútbol, tiene un programa radial de humor. Aún así, hay una muestra de sensatez mayor de Hernán Peláez: renunciar a dirigir al par de joyas que tenía como co presentadores en el programa Los Tenores de Fox Sports. ¡Muy bien, Hernán, hasta un manicomio es mejor que eso!

Otro de los ecuánimes es Javier Hernández Bonnet, lo incluyó en este grupo a pesar de que me molesta profundamente su muletilla, el clásico ¡eh! Insoportable si se tiene en cuenta de que lo usa en frases como: “ese cambio fue muy acertado, ¡eh!”, “no hay duda de que es el mejor jugador del partido, ¡eh!” o “profesor Alfaro, quiero que me enseñe todo lo que yo no sé, ¡eh!”. Igual, me lo paso, es un tipo poco pretencioso, con eso me basta.

Aunque sé que este va a generar polémica, lo incluyo en este grupo porque sólo muy pocas veces he leído algo contradictorio en él, a pesar de que muchas veces no concuerdo con lo que piensa. Se trata de Gabriel Meluk, el director de deportes de El Tiempo. Realmente lo único que me molesta es su hablado, parece medio boquinche. Pero creo que su virtud es que reconoce cuando se equivoca, cosa que no pasa en ningún periodista de este país.

Otro que incluyo a pesar de que no es analista y del que me proclamo defensor y seguidor absoluto porque crecí con él, es a William Vinasco Che. Sí, sí, sí, un poquito garbimba, pero que tire la primera piedra el que no le haya dicho al tronco del curso cuando disparaba mal que la botó por encima del palo e’ mango, o el que no le haya dicho a la mamá cuando se fue de farra con los amigos “esta noche que no me esperen en la casa”, o el que no haya imitado el clásico pero no me menos importante me ‘tutates’ como dice Güiliamcito cuando le quitaron el hipo. Es más, William Vinasco nos introdujo a los hombres al sexo y un día entendimos cuál era la primera cosa que más le gustaba hacer en la vida. Ahora, le va la madre al que me diga que no cantó alguna vez el jinglecito de entrada a los partidos: “William Vinasco Che, te va narrando con caché”. ¡Le va la madre! William Vinasco es un monstruo. Nadie como él narra nuestros goles y a nadie le da tanta piedra que nos los hagan.

Las cosas se van poniendo color de hormiga y entramos al selecto grupo de ¡Dios mío, perdónalos porque no saben lo que dicen! El primero de ellos es el gordito sabrosón, el calvete maravilla, el mostachón de mostachones, el señor Iván Mejía. Si este señor supiera todo lo que me hace reír cuando habla. Jeringa le queda en pañales a este humorista de primera clase. Me encanta su cara de seriote impenetrable cuando habla de técnicos y de sus planteamientos. Pero nada puede ser más divertido que verlo de mal genio. El bigote se le hincha, cruza las manos y las deja caer con todo su peso sobre el escritorio. Hay una técnica infalible para sacarle la piedra al señor Mejía: mírelo a los ojos, no parpadee ni un segundo y en el momento inesperado diga Víctor Aristizábal. Luego relájese y espere a que se despache en críticas que sin duda lo van a hacer reír hasta que usted le ruegue, al borde de la explosión de su estómago, que pare. Y para no creer, he aquí una de las perlas de este crack del fútbol: “Me impresiona el bajísimo nivel de Ronaldinho Gaúcho”. Para él, cada vez juega peor. ¡Dios mío, perdónalo porque no sabe lo que dice!

No muy lejos de él es posible encontrar a un personaje, más serio pero no menos caricaturesco, el infalible, omnipotente y todopoderoso Carlos Antonio Vélez. No hay nada que él no sepa ni mucho menos nada que no se pueda inventar. Pero no, a otro perro con ese hueso, yo sé alguito de fútbol, a mí no me engañas. Cuando el señor habla de 1 – 2 – 4 – 2 – 2 sencillamente se refiere a un equipo que ataca por los costados. Es así de simple. De este señor nació la célebre frase Confunde y reinarás. Al señor Vélez le pagan el triple que a Lilianita Salazar por la sencilla razón de que dice lo mismo que ella sólo que tres veces más adornado. Las comparaciones que hace este señor son las que Dios debería perdonar. Por ejemplo; así, sin dudar y sin sangre; confronta el planteamiento táctico que hace Álvaro de Jesús Gómez, técnico del Deportivo Pasto, con el que hace Jose Mourinho, técnico del Chelsea. ¡Ay, Carlitos ‘Toñito’ Vélez, gracias por tantos momentos de risa insostenible! Me encanta cuando en las trasmisiones del sábado por la noche (que se supone deberían ser los clásicos de la fecha tales como Cali vs. América, Junior vs. Santafé o Medellín vs. Once Caldas y no partidos como Nacional vs. Bucaramanga, Nacional vs. Chicó o Nacional vs. Pereira. Y esto sucede porque el canal RCN y Atlético Nacional pertenecen al mismo dueño) los cuatro encargados de la transmisión eligen a la figura de la cancha. Curiosamente, el todopoderoso siempre escoge de último. Cuando los tres primeros eligen a su jugador, en el que generalmente coinciden, el señor Vélez habla con una propiedad pasmosa y pronuncia el siguiente discurso: “esta vez voy a diferir de mis compañeros y le voy a dar el título de mejor jugador del partido a Mendoza (o cualquier otro diferente al que los tres anteriores escogieron), hizo un excelente trabajo por derecha, por izquierda, apoyó en marca e hizo el pase al que le hizo el pase al que le hizo el centro al jugador que hizo el gol de la victoria. ¡Dios, perdónalo porque no sabe lo que dice!

Bueno, señores y señoras, ya no aguantaba más. Por fin, sí, por fin llegamos al grupo que todos estábamos esperando. Hago esta diatriba encarnizada en primer lugar porque este señor no es para nada ecuánime y todos los domingos desde que lo veo se contradice por lo menos una vez. Un día, Labruna es el tipo más bruto que ha pisado el Valle del Cauca y al otro, el más brillante que ha dirigido en el Pascual Guerrero. Así, de frente. Se le puede mostrar un video negando lo que él mismo había dicho hacía ocho días, pero no, sea como sea él siempre tiene razón. Quizás es por esto que mi odio es tan vehemente contra este señor. Jamás he escuchado a nadie decir cosas tan incongruentes. Además es un aprovechado. El pobre negrito Perea; que debería estar en el segundo grupo, pero que no incluí sencillamente porque él definitivamente no sabe lo que dice sino que no lo entiende; tiene que aguantarse la grosería y la altanería de Rentería que lo insulta, se burla de él y lo torea, aún sabiendo que Perea no le entiende ni la mitad de lo que le dice. El negro no tiene cómo defenderse contra tanto ataque frontal.

Todavía me cuesta creer cómo Café Águila Roja y movil.com.co le encargan sus menciones a este señor. Propongo que nadie consuma este café y que nadie envíe mensajes de texto a esa página. A un mediano plazo si nadie lo hace es posible que las marcas pierdan el presupuesto publicitario y por ahí le quiten las menciones y de paso Adolfo Pérez diga, no Óscar esa pautica se perdió y de paso decida echarlo y así, Óscar Rentería no va a tener que volver a la televisión y de pronto él decida quedarse en Cali para siempre y va a tener que no volver a salir jamás de su cabina radial para que sólo su madrecita lo pueda escuchar y el resto de la humanidad no pueda verlo por el resto de los días nunca jamás.

Nota importante para productores que quieran hacerse millonarios: Por favor, por favor de verdad, hagan un programa de realidad (o reality, que es como lo conocen todos) con estos periodistas. El contenido es muy sencillo. Ustedes los ponen a jugar fútbol y nosotros los vemos haciendo lo que ellos critican todo el tiempo. Sería un éxito total. Yo pagaría por ver al gordito Iván Mejía tratando de luchar contra la gravedad para cabecear con su brillante calva. ¡No!, ¡qué delicia! ¿O qué tal el señor Carlos Antonio Vélez haciendo labores de volante de marca? Todo Colombia se moriría por verlo barriéndose en medio de la lluvia y embarrándose hasta las gafas. Nooooooo, y no me quiero imaginar lo que sería el negrito Perea de arquero volando de palo a palo mientras muestra su cadenita de oro y rompiéndose la cabeza sólo por detenerle un penalti a su archirrival Óscar Rentería. ¡Qué sabrosura! ¡Esto es Colombia!